miércoles, 3 de marzo de 2010

El deporte más duro del mundo


He de ser sincero. Yo siempre he sido de los que ha visto a los alpinistas como unos locos e insensatos. No entendía cómo podían sufrir tanto, e incluso jugarse la vida, simplemente por subir una montaña. Sufren congelaciones, males de altura, falta de oxigeno, riesgo de caidas, aludes... y cuando vuelven de una expedición, parece que han estado en la guerra, más que haciendo algo que les apasiona.

Pero, últimamente, mi concepto del alpinismo está cambiando. Primero fue el impresionante reportaje de Informe Robinson sobre el rescate fallido de Iñaki Ochoa de Olza. Ya de por sí la historia es muy emotiva, pero si además pasa por las manos de los genios del citado programa de Canal +, es imposible quedarse indiferente. Tengo la gran suerte de que uno de los responsables de este reportaje, José Larraza, es profesor mío, y nos pudo contar de primera mano detalles del genial alpinista navarro. Y por si esto no fuera suficiente, se nos brindó la oportunidad de charlar con su hermano, Pablo Ochoa de Olza, un tío genial que nos contestó abiertamente a todo lo que le preguntamos y nos dio nuevos datos de su hermano, lo que hizo que aumentara mi admiración por él y por el alpinismo en general.

Y en otra de esas extrañas coincidencias que ocurren de vez en cuando, el mismo día que ocurre todo esto veo en el programa DXT Noche de La 1 a Edurne Pasaban, otra de las grandes alpinistas de nuestro país, contando que está dispuesta a subir el Annapurna, precisamente la montaña donde Iñaki perdió la vida. Si consigue subir este pico y el Shisha Pangma, se convertirá en la primera mujer que escala los 14 ocho miles. Toda una proeza. Pero, lo que más me llamó la atención de la entrevista fue el objetivo principal que se marca la alpinista. No es entrar en la historia como la primera mujer en subir las montañas más altas del mundo. Es volver con vida. Y el temor de Edurne Pasaban no es infundado. El Annapurna era el pico más temido por Iñaki, que había subido 16 ochomiles y hecho más de 30 expediciones al Himalaya.

Un ejemplo más de los retos que plantea este deporte. No sólo se compite contra la montaña, sino también contra uno mismo, contra la sensación de que la muerte acecha en todo momento, contra la certeza de que hay cosas que están fuera de nuestro control... Ya sé que este post no tiene nada que ver con el fútbol, pero no podía dejar de contar este acercamiento, aunque lejano, que he tenido con el alpinismo.

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